Hoy os voy a contar la historia de una mujer adelantada a su época, lo cual hizo que su vida fuera desgraciada y muy complicada. Se trata de Juana I de Castilla, ‘la Loca’, como la historia la bautizó.
El contexto
Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los Reyes Católicos, habían conquistado el Reino de Granada y conseguido expulsar a los musulmanes de España. Además de estos, los judíos y todos aquellos que no profesaran la religión Católica tuvieron que convertirse o partir.
Además las coronas de Castilla y Aragón habían descubierto el Nuevo Mundo, que después pasó a llamarse América, así que el viento soplaba a favor de los monarcas.
Sin embargo, controlar un territorio vacío (por la gente expulsada) y destruido por siglos de guerras no era fácil. Por eso los Reyes tenían muy claro que necesitaban alianzas con potencias extranjeras.
Juana, una pieza clave
Juana no era heredera al trono ya que era la tercera hija de los Reyes Católicos, pero su posición en las dos coronas hicieron que fuera una pieza clave para la política exterior. Así se concertó su matrimonio con Felipe de Habsburgo, ‘el Hermoso’.
Pero los hechos que se desencadenaron fueron inesperados. De repente, Juana se conviertió en la heredera de Castilla y de Aragón tras la muerte de sus hermanos Juan e Isabel.
Pero por supuesto se hizo todo lo posible para que ella no pudiera decidir como una verdadera reina. De repente, su futuro se vio en medio de las aspiraciones políticas de su padre y de su marido.
La Religión
Ya desde que Juana era niña, su madre Isabel la Católica, notó ciertos comportamientos que no eran los más católicos, falta de interés y opiniones propias que siempre estuvieron en secreto.
Cuando se concertó su matrimonio con Felipe el Hermoso, Juana viajó a Flandes y allí conoció de primera mano el Protestantismo, del cual sacó ciertas conclusiones. La más importante era que para hablar con Dios, ninguna persona necesitaba a un sacerdote. Por lo cual Juana dejó de confesarse.
Pero sabemos que realmente ella se sentía una persona religiosa y que adoraba a Dios, aunque era una auténtica pecadora (revolucionaria) a ojos de la Iglesia.
Un Mundo de Hombres
Isabel la Católica de Castilla fue una monarca poderosísima, y consiguió cotas de poder que nunca antes había tenido ninguna mujer en Europa. Pero Juana no era su madre, su padre fue el primero que quiso gobernar Castilla una vez que Isabel había muerto.
Felipe el Hermoso se interesó mucho por ser el Rey de Castilla, y se vio como legítimo heredero por ser el marido de Juana. Entonces los dos hombres se aliaron y decidieron que a efectos prácticos, serían ellos quienes gobernaran, siendo Juana solo una cara visible.
Juana, interesada sobre todo en proteger el destino de su hijo Carlos, aceptó el trato. Los historiadores del S. XIX siempre han pensado que fue por amor. Que enfermó de locura por amor a Felipe el Hermoso y que perdió la cabeza.
Hoy día muchos piensan que tal locura no era una enfermedad real, sino una manera de sobrevivir a la difícil política de la época.
Lo que sí parece aceptado por todos era que Juana tenía temperamento hostil cuando se enfadaba. Parece que agredía a sirvientes, gritaba y golpeaba lo que tuviera cerca cuando estaba de mal humor.
A Rey muerto, Rey puesto
Felipe el Hermoso fue proclamado Rey de Castilla, gracias al matrimonio con Juana, pero era Juana quien más le estorbaba para hacer y deshacer como quisiera.
Fernando y Felipe, suegro y yerno respectivamente, se reunieron y decidieron inhabilitar a Juana para ejercer como reina debido a su locura, pero aún no habían conseguido silenciarla del todo.
Siempre con su hijo Carlos en mente y apoyándole para que algún día heredara Castilla y Aragón (las dos coronas juntas son la actual España) ella aceptó el destino.
¡Pero sin esperarlo nadie, Felipe el Hermoso murió! En menos de un año Juana había perdido a su madre y a su marido.
El Duelo
Para ganar aceptación, Juana decidió enterrar a su marido en Granada, junto a su madre Isabel la Católica. En el camino, Juana recorrió toda Castilla con el cuerpo de su marido, otro hecho más que ayudó a que se confirmara su locura.
La cárcel de Tordesillas

En este castillo, Juana fue encerrada con tan solo 30 años, y allí estuvo 46 años. Era una prisionera atípica ya que gozaba de las comodidades de una reina, pero nunca más fue libre.
Fernando de Aragón, su padre, decidió encerrarla por loca, y cuando este murió, heredó también la corona de Navarra (que pertenecía a Aragón) y se podría haber convertido en la primera reina de España, si no hubiera estado loca…
En 1.521 se produjo en España la revolución Comunera, y los revolucionarios la liberaron para que fuese ella quien tomara las riendas de España. Pero ella se negó, aunque sí salió con ellos y les apoyó.
Entonces el Rey la volvió a encerrar de nuevo con más medidas todavía, y ¿sabes quién era ese Rey que la encierra de nuevo? Carlos I de España y V de Alemania, su propio hijo a quien ella siempre intentó dejar en una buena posición.
Ahora te recomiendo que veas el vídeo que viene a continuación donde se desmontan muchas de las creencias sobre Juana de Castilla.