Existía una cultura centenaria que pertenecía exclusivamente a los niños. Muy especialmente en los pueblos se podía ver cómo los chiquillos formaban una gran algarabía mientras jugaban por las callejuelas

Hace un par de semanas mientras trabajaba escuché a unos niños jugando en mi puerta, y me sorprendió mucho que estaban jugando al pollito inglés, un juego tradicional. Eso me hizo recordar que en los pueblos de toda España existían juegos transmitidos de generación a generación y lo bien que lo pasé yo jugando de pequeño.
Hoy día mucho de esta cultura se ha perdido, los niños juegan a los deportes que ven la tele o simplemente a video juegos, y es como que la palabra jugar ha cambiado mucho. Aquí os dejo un par de juegos tradicionales de los más conocidos que probablemente conozcáis también.
El pilla – pilla
Uno se la queda, y el resto tiene que correr. El que se la queda tiene que atrapar al otro agarrándole por la ropa o alguna parte del cuerpo. En ese momento se la queda quien ha sido atrapado y el juego vuelve a empezar.
Gracias a este juego, los niños llegábamos a casa con la ropa mucho más grande de lo normal, o incluso rota muchas veces. Por eso nos regañaban nuestras madres
El escondite
Un niño o niña se la queda, y el resto se tiene que esconder mientras este cuenta hasta veinte con la cara contra la pared. Ese es el tiempo que los demás tienen para esconderse. Una vez ha pasado el tiempo el que se la queda tiene que encontrar a los demás. Basta con verle y entonces tiene que decir: ‘¡Por Fulanito!‘ y eso significa que Fulanito había perdido y dejaba de jugar.
Una vez que haya encontrado a todos, Fulanito será quién se la quede en el juego nuevo y tenga que buscar al resto.
Los juegos tradicionales varían de un pueblo a otro, incluso pueden variar de un barrio al de al lado. Yo os voy a contar los juegos que cualquier persona alrededor de 40 años recuerda de Cancelada.
El pueblo del que hablo era mucho más pequeño que el actual. No había ninguna calle peatonal, pero el tráfico era tan poco que parecía que todo el pueblo era un parque para los niños. Nuestras madres se sentaban al fresco mientras todos jugábamos por las calles. Algunas noches de verano estábamos jugando hasta la 1 de la madrugada.
La patá la lata (La patada de la lata)
Por las tarde en el pueblo de Cancelada los niños nos reuníamos debajo del arco. Allí muchas veces jugábamos a la patada de la lata. Era un juego muy divertido y que unía a diferentes generaciones.
Primero se buscaba una lata de refresco vacía y se ponía justo debajo del arco, en el centro de la calle. El que se la quedaba tenía que contar con el brazo sobre los ojos para no ver dónde se iban los demás. Una vez contaba, el juego era muy parecido al escondite, pues tenía que ver dónde estaban los demás.
Pero aquí no bastaba con verles, tenía que correr hasta la lata, cogerla con la mano y decir ‘por menganita‘ mientras la golpeaba en el suelo. Pero el niño que había sido encontrado tenía una posibilidad de salvarse.
Si llegaba antes a la lata y le daba una patada estaba salvado. Pero no solo él, sino todos los demás que habían sido encontrados antes. En ese momento el juego volvía a empezar y se la seguía quedando el mismo o la misma.
Además, cualquier niño podía dar una patada a la lata aunque no le hayan visto y salvar al resto de compañeros.
Así nos pasaban las tardes super divertidas y cada juego podía durar casi una hora si había muchos salvados.
El Rescate
El rescate era el juego estrella en Cancelada. Las partidas eran muy largas y se necesitaban muchos niños para poder jugar bien. Por eso era el más difícil de organizar.
Teníamos que hacer dos grupos con el mismo número de niños y niñas. Si había algún niño de más no pasaba nada, siempre que fuera de cascarilla (alguno más pequeño al que le hacíamos creer que estaba jugando, pero que en realidad no participaba).
Había que echar a suertes qué grupo se la quedaba, normalmente a piedra papel o tijeras, pero a veces tenía que ser el perdedor de la partida anterior. Mientras el grupo que se la quedaba contaba, el resto corría a esconderse por cualquier lugar del pueblo. Incluso los tejados de las casas estaban permitidos.
El grupo que perseguía tenía que encontrar a los del otro grupo y atraparlos a la carrera. Una vez atrapados tenían que llevarlos como prisioneros al kiosko de Cancelada. Allí el primer perdedor se agarraba al poste del toldo. A medida que iban llegando más prisioneros se agarraban de la mano haciendo una fila desde el poste.
Para salvar a los prisioneros, un compañero tenía que llegar hasta la zona del kiosko (que estaba muy bien protegida) sin ser atrapado y chocar la mano al último de la fila. Entonces todo el grupo podía salir corriendo libre de nuevo, pero muchos eran atrapados en la huida.
Pero este juego tenía además otra posibilidad de escape. Si alguien de la fila conseguía dar una patada a alguno de sus guardianes, todos los prisioneros se consideraban libres. Para asegurarse la huida, la patada debía ser lo más fuerte posible, así con el dolor, no podrían perseguirte…
Sí, los niños y niñas en Cancelada quizá éramos algo brutos…
¿A qué jugabas de pequeño/a? ¿Cómo era ese juego? Puedes describirlo y contarnos las anécdotas
En la clase vamos a hacer un juego al que solíamos jugar los días de lluvia y había que quedarse en el interior de la escuela a la hora del recreo. Seguramente lo conozcas. Es muy simple, solo tenemos que elegir una letra y elegir palabras debajo de cada una de las siguientes columnas que empiecen por esa letra.

Si empezamos por la B, las posibles respuestas podrían ser Barcelona – Bélgica – Belén – Balcón – Burro – Bailé – Blanco – Berenjena.